Compinches: "Cenando con Morrison el Magnifico"

Otra de las veladas mágicas que pasamos en el Restaurante Eiffel fue aquella en la que actuó el mago "Morrison, el magnífico" que realiza magia cómica durante casi todo el año en Port Aventura. Sobre él hablaré otro día puesto que, además de ser un amiguete mágico y uno de mis "profes", me gusta el espectáculo que realiza lleno de humor y magia...

Sin embargo, dejaré que Mar y Miguel den su opinión sobre la actuación que pudimos ver aquella noche en el restaurante. Antes, como siempre, me gustaría darles las GRACIAS por haber dedicado su tiempo en redactar esta crítica y por haber aceptado entrar en mi grupo de "compinches"...

Mar y Miguel:

"Sin duda es un showman... Puramente americano, puro espectáculo, en la línea (salvando las diferencias) de David Copperfield: mucho relleno y pocos trucos. El espectáculo consistió en casi dos horas de chistes, gracias y monólogos que rodean a cuatro trucos de magia, por otra parte bien hechos. Sin embargo, el que el truco se alargue durante media hora hace difícil seguir el hilo del mismo y, a veces, se pierde de vista el propio truco llegando a no saber que está haciendo el mago...

A Morrison se le veía muy a gusto y cómodo encima del escenario. Hubo gente que le dio mucho juego y él sabe aprovecharlo muy bien y maneja bien al público para que todo lo que ocurre forme parte del espectáculo. Meritorio por su parte hacer dos horas de magia tan cercana al público...

En el truco del anillo dentro de la bola sacada de la máquina, podría haber sacado menos porque todos sabíamos que iba a salir en una de ellas. El truco de la pizarra lo habíamos visto en otro mago: fue algo largo, pero fue increible que averiguara que el personaje era Janis Joplin. El truco final fue muy divertido por la serpiente: cómo la llevó hasta el lugar donde debía sacar la carta y como iba escogiéndola, echando fuera las que no servían, pero pecó nuevamente de hacerlo muy largo porque no se sabía qué carta debía de sacar. Como contrapunto, el truco inicial haciendo desaparecer la botella fue muy ágil...

La persona que sale a ayudar del público está demasiado tiempo sin hacer nada, asistiendo al monólogo desde un lugar privilegiado, pero incómodo a la vez, a la vista de los demás, lo que le coloca en una situación de indefensión que le obliga a ponerse a la defensiva, y eso hace que no participe y que no se abra todo lo que debiera. Tampoco debería de mofarse (vale que sea dentro de un espectáculo) de aspectos físicos, formas de vestir... porque eso hace que el público se divierta mucho pero la persona que lo sufre lo pasa mal...

En definitiva, fue una experiencia nueva, refrescante, mentalmente se sale de lo habitual y muy agradable, que repetiríamos sin dudar. Muchas gracias por darnos la oportunidad de introducirnos en el mundo de la magia..."